ÁREAS DE INTERÉS

Suele ocurrir que, de vez en cuando, alguien me comenta o, más bien, me pregunta los motivos por los que no publico en este blog más textos en torno a las escuelas que componen nuestro arte, a las distintas armas que empleamos o sobre la filosofía del Budō en general y la de Hatsumi Sensei en particular. Lo cierto es que sobre todo ello escribo periódicamente pero he llegado a la conclusión de que en algunas áreas hay formadores muy capacitados que realizan esta labor tan magníficamente bien que no podría fácilmente estar a su nivel.

Si quieren conocer en profundidad las escuelas o Ryū de la Bujinkan les recomendaría los libros y publicaciones de Christian Petroccello, Dai Shihan, con una innegable experiencia y conocimientos en este terreno que son envidiables. Sus libros son, sin lugar a dudas, obras imprescindibles si uno quiere comprender mejor, de forma seria y sólida, el arte que practicamos y enseñamos. Sus trabajos audiovisuales igualmente son excelentes vías de trasmisión de ese conocimiento que nos permiten acercarnos con mayor profundidad a las entrañas de cada escuela o arma.

Otro formador que puede facilitar un enorme caudal de conocimientos y experiencia en el estudio de las escuelas, armas y sobre todo, como ocurre con Christian, también de la filosofía del Budō en general, de la Bujinkan y de nuestro Sōke Hatsumi Sensei es Ubaldo Fernández Vega, Dai Shihan, historiador y amante del arte y la cultura japonesa cuyos trabajos audiovisuales son exquisitas piezas para disfrutar y aprender. Su libro El Camino a Marte es un auténtico regalo para cualquier miembro de Bujinkan. Actualmente, si quieres conocer en profundidad sobre escuelas, armas, programas de trabajo como el TenChiJin, etc., tienes al Dai Shihan Fernando Aixa que desde su editorial, Shinden Ediciones, está realizado una colosal obra divulgativa y didáctica con sus libros magníficamente editados, que son auténticas guías visuales de escuelas y armas de nuestro Budō. Con formadores de esta calidad uno sabe que estos aspectos de nuestro Budō están bien defendidos, por ello solo publico esporádicamente sobre estos temas, ya que ellos lo hacen mucho mejor de lo que yo pudiera hacerlo.

Sin embargo, sobre la psicología del Budō ya no es tan fácil encontrar referentes solventes: tal vez algún que otro formador esporádicamente me sorprende con publicaciones de interés, pero la mayoría no trata de forma amplia y adecuada este y otros temas de vital interés. Por ello, en este y otro tipo de temas sí suelo centrarme reiteradamente. El motivo de ello gira en torno a mi apreciación o percepción, obtenida con el tiempo, de que la gente en ciertos temas no termina de aceptar las cosas y parece luchar contra la evidencia, por lo que siento mi obligación volver cíclicamente una y otra vez sobre estos asuntos. Hatsumi Sensei lleva haciendo lo mismo 50 años, cantando la misma canción, la misma letra pero cambiando su tonadilla, su música o ritmo buscando que, en cada nuevo cambio, dicha letra, el mensaje, pueda llegar a la mente y corazón de más y más practicantes.

Hay temas o áreas en las que muchos están perdidos o simplemente desconocen incluso los fundamentos más esenciales de las mismas: En ellas centro mi interés en el blog. Intento que mi experiencia y conocimiento, así como mi profundo interés por las mismas, sirva a otras personas para comprender mejor y tener una información mayor, de mejor calidad, que les facilite crecer o evolucionar en dichas áreas o al menos distinguir entre charlatanes, vendedores de humo, encantadores de serpientes y profesionales centrados, serios, con un trabajo solvente, sólido que puedan aportarles una formación de calidad.

En otros post del blog he hablado ampliamente de mis referentes en el Budō y en otras áreas de interés. Creo que todos tenemos, o deberíamos tenerlos, pues de otros se aprende y es sabio saber elegir a los más capacitados y válidos para tal labor. En octubre próximo (19 y 20 de octubre de 2024) impartirá un seminario en mi ciudad alguien que en el tema armas blancas, así como en lo que yo denomino supervivencia ante agresiones ilegítimas en escenarios urbanos, es todo un experto y referente indiscutible: Dai Shihan Dean Rostohar. No organizamos un seminario por interés económico, ni por mero postureo: lo organizamos por interés profesional real, por una necesidad de tratar con los formadores más adecuados para cada metería y Dean es un formador con experiencia y conocimientos más que sobrados en muchas áreas de trabajo de interés.

Por todo ello, creo que debemos asumir que no seremos nunca Maestros en todo: Seremos tal vez hábiles y capaces en muchas áreas y expertos en otras, siendo realmente Maestros de algunas muy concretas. Entrenamos, nos formamos, estudiamos, investigamos y avanzamos con el objetivo de adquirir la mayor experiencia, el mejor y más completo conocimiento en todas las áreas que nos sea posible. Pero también aceptamos nuestras limitaciones y buscamos a aquellos que puedan ayudarnos a mejorar en todo aquello en que nuestro nivel no sea el más adecuado. Esto es una constante en nuestra vida, nunca terminas de aprender, siempre alumno, formador en ocasiones. Por ello, en los días previos a este seminario de octubre nuestro objetivo es realizar otros seminarios o talleres de formación y/o capacitación en áreas de interés prioritario según mi criterio y que, aprovechando el evento principal, me gustaría poder realizar para mis alumnos, estudiantes y un servidor. Hay que actuar con seriedad, profesionalidad y humildad, siendo prioridad formarse para poder formar, aprender para poder enseñar. Por eso creo que mi labor y la del blog que regento es una labor que debe complementar a la realizada por otros compañeros, en aquellas áreas donde ellos no inciden de forma habitual, logrando entre todos, como Sensei desea, una comunicación fluida donde el conocimiento y la experiencia fluyan y enriquezcan a todos a través de la idea de compartir el conocimiento. ¿Cuál es? Pues las habilidades o destrezas meramente físicas así como la formación emocional y psicológica. Pero también el estudio de la conducta humana, de las doctrinas y filosofías en el arte de la guerra, en los laberintos del comportamiento humano, etc. Todo ello y mucho más es campo de trabajo que me interesa y creo firmemente como ya dije en mi anterior post que de nada sirve la técnica sin la táctica pero de nada sirven ambas si el cuerpo no responde porque la mente se bloquea, entra en shock. Así que me centro en el camino desde el lado emocional y psicológico hasta el lado netamente físico o eminentemente práctico.

APRENDE A GESTIONAR LUEGO A GOLPEAR

Hace un tiempo mi amigo y compañero Arnaud escribió un texto muy interesante sobre la andragogía. Este término hace referencia a la enseñanza o formación en adultos. Generalmente de una manera cotidiana o coloquial empleamos el término pedagogía para hablar de la metodología de enseñanza, cuando este último término es para jóvenes no adultos. Sin embargo, en aquel texto se dejaba claro que existen notables diferencias en formas y métodos a emplear cuando buscas formar a un adulto o a un joven. Es por ello que como formador tengo que buscar los caminos más eficientes para obtener los resultados óptimos en la formación de mis alumnos o estudiantes independientemente de factores como la edad, en este caso concreto.

Muchas de las tácticas de formación que se pueden emplear con un adulto no son las más adecuadas con jóvenes (personas menores de 18 años, por definir un cierto límite de edad para una mejor comprensión del término jóvenes usado en este texto). En niveles profundos de la formación donde el trabajo es menos físico y más psicológico, donde las emociones y su correcta gestión son clave para la supervivencia, es indispensable tratar con adultos coherentes y con formadores que hayan tenido a su vez esa formación concreta que les generase las experiencias vitales que los alimenten en su propia labor didáctica.

Es esencial que los formadores que pretenden enseñar a sobrevivir a otras personas a una agresión ilegítima en escenarios urbanos hayan recibido a su vez una formación inmersiva (con la técnica de inundación, por ejemplo) y de desensibilización sistemática así como en otras formas de formación extrema que les hayan permitido experimentar y acumular vivencias con las que se retroalimentarán en el futuro a la hora de trabajar con sus estudiantes y alumnos. No se trata de que repliquen lo que ellos han trabajado, experimentado y vivido con quienes forman o enseñan: se trata de que ese trabajo sea una base emocional y psicológica para los formadores que les facilite poder encarar su trabajo de una forma óptima y plenamente realista. Trabajar con la emociones más profundas, aprender a lidiar con ellas, gestionarlas para usarlas a tu favor y que el agresor y sus acciones no canalicen las mismas en tu contra es un trabajo arduo que obliga a una personalización de la formación.

Esta personalización busca encontrar los puntos débiles de cada persona, que obviamente no son siempre los mismos porque cada individuo es único y singular en muchos aspectos. Por ello, se debe trabajar un acercamiento que permita descubrir los puntos fuertes y débiles de la persona y cómo la misma lidia con ellos habitualmente. Miedos, temores, pudores, deben ser detectados y correctamente delimitados, por poner un ejemplo. No se puede iniciar una formación para superar y gestionar aquello que se desconoce que existe o el alcance o envergadura del mismo. Como formador no puedes hablar con criterio solvente si tu gestión de esas áreas no es correcta o adecuada. Un diploma o certificado técnico de un grupo, asociación, federación, etc., en un arte marcial o sistema de lucha no sirve para nada, pues para ejecutar una acción física necesitas que tu cuerpo responda y este no lo hará si es presa de emociones que no puede gestionar adecuadamente en el momento oportuno. Por tal motivo, y como llevo décadas repitiendo, el factor psicológico o emocional prima sobre el factor físico, sirva de simple nota sobre ello el hecho que las habilidades motoras finas y gruesas se pierden en un estado de shock ante una agresión. Esas habilidades, aunque estén falsamente encuadradas como memoria muscular, se pierden o bloquean ante ciertos estímulos negativos que son de orden emocional o psicológico. Es un hecho fehaciente. Es decir, la memoria muscular es importante, pero la misma puede ser peligrosa, porque no razona, sólo actúa de forma totalmente mecánica ajena a cualquier lógica o control. Sin embargo, aun actuando de una forma, al menos aparentemente, autónoma, un estado de shock bloquea, desactiva o ralentiza ostensiblemente esa memoria muscular, esas habilidades físicas.

Generalmente, les digo a mis estudiantes y alumnos que practiquen ciertas rutinas físicas para adquirir un cierto grado de destreza y habilidad netamente física. Para ello, deben dedicarle  una media de 20 minutos 3 veces por semana a ciertos ejercicios o trabajos en seco o al aire. Es importante dedicarle un tiempo extra a tu mano o lado menos habilidoso para potenciarlo en la medida de lo posible. El lado dominante no necesita de tanto tiempo de práctica, es lo que llamo el trabajo 60/40. Una especie de trabajo de sombra o espejo similar a los utilizados en boxeo o algunos deportes de contacto. En la vida real, y salvo que por tu profesión necesites un nivel muy alto de formación y habilidad, nadie puede dedicarle mucho tiempo a su entrenamiento personal. La vida diaria es rápida y estresante, dificultando poder encontrar tiempo para trabajar ciertas áreas. Si, por ejemplo, eres un policía, es normal que dediques varias horas al día a trabajo en seco con tu arma de servicio con el fin de adquirir y mantener o conservar esas habilidades sutiles que te permitan emplear tu arma de una manera eficiente y óptima. En cambio, si no eres alguien de ese sector profesional dedicarle ese tiempo a adquirir esas habilidades es ridículo. Adquieres un conocimiento sólido pero básico sobre las armas y unas destrezas suficientemente buenas para reaccionar correctamente si fuera preciso; para ello puedes trabajar en seco una o dos veces al mes una hora, no más, porque hay otros temas más importantes o directamente implicados contigo que el uso de armas de fuego cortas.

Por otra parte, sí les digo que inviertan en el trabajo en solitario, en seco, con armas blancas bastante más tiempo, bastantes más horas por semana, ya que por lógica es algo que sí van a tener estadísticamente necesidad de conocer y dominar mucho mejor o más a fondo. En todo caso, y para no distraerme del tema que nos ocupa, debemos trabajar aun más el área emocional y psicológica tanto en solitario como empleando el entorno para tal fin. No descubro nada nuevo al hablar de consciencia situacional. Pues para controlar nuestro entorno, sobrevivir al mismo y convertirlo en una baza a nuestro favor, en una herramienta más para nuestra supervivencia, hay que trabajar muchas áreas que nos puede ser vital conocer y dominar. Es obvio que hay que cultivar el conocimiento del lenguaje no verbal, lenguaje verbal, comportamientos étnicos y sociales, desarrollo de la visión y audición periférica, y de la detección de anomalías: ya sabes, estate atento a la ausencia de lo normal y a la presencia de lo anormal.

Lo cierto es que podría seguir con este tema pero este texto solo pretende recordar a ciertas cabezas que saben pensar, que comprenden el valor de lo aquí comentado y que, por tanto, este texto les servirá ante todo de recordatorio; de que su responsabilidad como docentes es un compromiso muy importante que adquieren con sus alumnos y estudiantes, y que deben dedicarle el tiempo necesario a su propia formación en beneficio a largo plazo de las personas a su cargo a nivel docente.

ACUDE CON TU TAZA VACÍA

Es frecuente que tras ver la luz algún post en el blog, reciba algún mensaje privado interesándose por ciertos aspectos del texto publicado. En general, es gente que está interesada en el contenido publicado y quiere matizar puntos o áreas concretas de esos textos. Tienen dudas, preguntas, incluso proponen supuestos o posibles escenarios; en definitiva, ponen al texto y al autor a prueba. Como son preguntas privadas puedo responder con un nivel de claridad que a veces no se puede aplicar en público, allí donde mi respuesta es de dominio general y no siempre, por desgracia en la actualidad, se puede expresar uno con total libertad sin que ese comentario sea malinterpretado o retorcido. Hay gente muy sensible a ciertos temas y con la piel muy fina que rápidamente se ofenden por todo o les molesta cualquier cosa. Son culos de mal asiento que generalmente no tienen una buena base, formación y experiencia pero que presumen de tenerla ante los demás y ante ellos mismos, creyendo que la crítica voraz o sin respeto es un medio para reafirmarse. Por regla general, son personas que sufren el efecto Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo donde quien lo padece sobreestima sus habilidades y conocimientos en un área concreta. Algunos autores añaden a este efecto el contrario u opuesto, el síndrome del impostor. Este sesgo implica que una persona se infravalora en un área concreta aún poseyendo los conocimientos y experiencia para ser considerado alguien relevante en dicho sector o área de trabajo, siendo ella quien no se siente capacitada para ejercer con autoridad una labor para la que está altamente cualificada. Estas personas generalmente no me hacen consultas, pues creen que su opinión, su visión del tema es errónea, poco sólida o que no va a ser tenida en cuenta. Por ese motivo mantienen un perfil bajo y se guardan todo un enorme caudal de dudas, preguntas e incluso interesantes puntos de vista por una falsa creencia de que todo ello es irrelevante.

Traigo a colación este tema ya que cuando hablo de la actitud correcta con que un estudiante (todos lo somos a fin de cuentas) debe tener, tanto en las clases de diario con su formador como en los seminarios, es la llamada actitud de la taza vacía. Esto lo he comentado de pasada en un reciente post y tras algunas preguntas y algún diálogo abierto sobre todo ello he creído que sería bueno matizar un poco el asunto. Ciertas conversaciones ya sea vía telefónica, mediante mensajería o videoconferencia, me hacen siempre recordar que uno debe tener siempre su mente en un estado Mushin, en un estado de vacío. No entiendan que la mente no contenga información, emociones, sensaciones, experiencias, conocimientos, recuerdos etc. Lo que busco con ese estado Mushin es dejar que la mente se vuelva dúctil, flexible, y se abra a todo cuanto la rodea, volviéndose como una pizarra en blanco, dispuesta para que en ella se escriban nuevas teorías, ideas,… para que así un conocimiento nuevo y fresco pueda llegar a ella de forma más fácil y cómoda. Si uno quiere lograr un estado Mushin debe aprender a vaciar la taza.

Si nuestra taza, nuestra mente, está llena de todo tipo de ideas y conceptos es difícil que encuentren aposento nuevas ideas o conocimientos. Generalmente, eso es debido a que el contenido de la taza es residual, un conjunto de datos muchas veces inconexos, errados o falsos. Son el fruto de una mala formación y, en muchos casos, de una perniciosa influencia del ego en todo ello. Cuando acudimos a un seminario con esa taza medio llena de lo que creemos que nos vamos a encontrar en dicho seminario, fruto de una creencia muchas veces errada, en un desesperado intento de no llamar la atención sobre el bajo nivel que se posee sobre el área de trabajo de la que versará el seminario, todo eso solo conducirá al fracaso. Si el curso o seminario versa sobre Rokushaku Bō buscamos toda la información sobre el tema y nos empapamos de dicha información sin control, sin orientación ni supervisión. Al llegar al seminario la realidad se manifiesta: no conoces el tema, no lo dominas y no puedes aprovechar los conocimientos que el seminario te facilita porque tu taza está medio llena y además medio llena de cosas muchas veces mal aprendidas, incorrectamente entrenadas y falsamente asumidas.

Vacía tu taza, deja tu mente libre de todo pensamiento e idea preconcebida: estado Mushin, permite que el conocimiento llegue y encuentre lugar donde asentarse y pueda, como una semilla plantada en tierra fértil, germinar. Sin basura en tu taza, sin datos y forzados conocimientos mal entrenados, erróneamente aprendidos, será posible que esos nuevos conocimientos obtengan cabida, un lugar adecuado, produciendo beneficios a medio y largo plazo. Para ello, hay que perder el pudor de mostrar tu ignorancia o bajo nivel en un tema concreto, presentándote con tu taza vacía dispuesto a llenarla en cada sesión de entrenamiento y volver poco después a la siguiente sesión de nuevo con la taza vacía. Debes desterrar tu ego, presentarte con humildad y entrenar, con un estado Mushin que permita al docente y a sus conocimientos y experiencia llenar tu mente, tu taza, en cada entrenamiento. No sirve de nada intentar prepararse forzadamente para lo que puede o no ser el evento, el seminario. Generalmente, lo que es y lo que pensamos que será son dos cosas totalmente distintas: es en esa trampa donde se queda atrapado el ego y, con él, nuestra mente y nuestra taza.

Obviamente, esto es aplicable a cada sesión de formación con tu profesor, sea formación regular en tu Dōjō o en eventos especiales como los cursos, monográficos, talleres, Master Class o seminarios. Siempre he preferido ir a todo evento sin expectativas, preparado para recibir con alegría, con interés o curiosidad lo que me puedan enseñar. Es evidente que después (y según nuestro nivel de veteranía o experiencia) sabremos cribar la paja del grano, lo retórico de lo esencial, lo bueno de lo malo. Esa es una labor que realizamos finalizado el seminario o la clase de ese día. Es posible que asista a un evento donde no esté conforme o de acuerdo con cómo se enfoca o enseña algo. No pasa nada: entrenaré con diligencia aquello que se me está mostrando y ya en mi propio Dōjō o cuando realice mi entrenamiento personal filtraré lo que haga falta. Siempre les digo a mis alumnos que sea lo que sea lo que se les enseñe lo entrenen con diligencia, no se cuestionen en ese momento nada más; ya llegará si es necesario el momento en que, con su profesor, se matice lo que haga falta. Jamás en el seminario o la clase. Nunca. ¿Por qué? Por respeto y para mantener un orden y disciplina adecuados.

Como hablaba antes del Rokushaku Bō, voy a contar una anécdota, ya muy vieja y que espero no moleste a nadie. Mi trabajo con el Rokushaku Bō se remonta a mediados de los años 80. En mi entrenamiento personal, autodidacta en muchos momentos por las circunstancias de aquellos días, aprendí a realizar el Shihō Bō Furi Gata de un viejo VHS de Stephen K. Hayes. Llegado el año 1992, durante un seminario, el docente que lo impartía nos mostró cómo se realizaba este movimiento básico y esencial con el Rokushaku Bō. Para sorpresa de todos, lo que nos enseñó entraba en contradicción claramente con lo aprendido y entrenado hasta entonces; pero aceptamos, mis alumnos y yo, esa nueva forma de trabajo. Sin embargo, al año siguiente, Hatsumi Sensei viajó a España: 1993, año del Rokushaku Bō, e impartió dos excelentes Tai Kai donde este bastón fue el protagonista absoluto. En el primer evento Sensei tuvo que invertir tiempo en enseñar a la gente a realizar el Furi Gata adecuadamente pues muchos, una gran mayoría, no lo estaban haciendo correctamente. Lo cierto es que, meses después, en un seminario aquel mismo docente al iniciar el trabajo con este bastón nos gritó “¡Mal!”, ya que no estábamos haciendo las cosas como a él le acababan de enseñar. Así que nuevamente mis alumnos modificaron su trabajo. Pero esta vez vinieron en un descanso todos en tropel hacia mí, quejándose. No entendían porqué lo que yo les había enseñado desde mediados de los 80 y que en 1992 fue tachado de incorrecto ahora era nuevamente… ¡correcto! Sonreí y les dije que no se lo tomasen a mal: simplemente el docente no tenía nivel suficiente para enseñar el Rokushaku Bō en aquel primer momento y estaba aún en proceso de formación en ese área y que en vez de tener la humildad de reconocer un error, su ego pudo más y actuó de forma poco profesional. Lo bueno del asunto es que mis alumnos pudieron confirmar que mi trabajo era desde un principio el correcto. Fue el último evento con aquel docente. Aunque yo hubiera querido seguir asistiendo a eventos o seminarios, mis alumnos ya no querían. Lo mismo nos ha pasado en alguna que otra ocasión más.

¿Cuál es la moraleja de esta anécdota de hace más de 30 años? Simple: confía en tu formación y en tu criterio, pero respeta siempre cuanto se te enseña, porque hasta de los errores se aprende. No merece la pena que nadie me diga al oído que este waza se inicia desde un kamae concreto u otro. Me es indiferente, estoy en el seminario para aprender, lo bueno y lo malo, porque todos ofrecemos luces y sombras; pero no quiero que se quejen a mi oído sobre si eso está bien o está mal, si se hace así o de otra forma. Entrena y luego, si eres estudiante o alumno, tu formador en el día a día filtrará lo bueno y malo y aplicará su criterio. Pero jamás vayas con tu taza medio llena de Dios sabe qué chorradas solo para aparentar que conoces y tienes base en un trabajo concreto. No es necesario, todos vamos a un seminario a aprender, nadie espera que seas una autoridad en todo y menos en aquello que se va a trabajar durante el seminario, porque el objetivo del evento es precisamente ese: Facilitar el acceso a ese temario de una forma didáctica donde el docente pueda desplegar todo su conocimiento, habilidad y experiencia.

En la clase de hoy en mi Dōjō les comentaba que uno debe tener siempre tres estados mentales permanentemente activos u operativos cuando está en clase (seminario o clase regular) y los mimos son: Shoshin, Mushin y Zanshin. 初心 Shoshin viene del Budismo Zen y se puede traducir como mente de principiante. Es la idea de que siempre debemos tener una mente similar a la de un estudiante en su primer día de clase, llena de interés, curiosidad, dispuesta a aprender todo cuanto se le enseña, siempre deseosa de más conocimiento y experiencia, libre de ideas preconcebidas. 無心 Mushin, como dije anteriormente, se traduce como sin mente, de lo cual ya he hablado un poco. 殘/残心 Zanshin es un concepto de la psicología del Budō, el mismo hace referencia a un estado mental de consciencia plena de todo lo que nos rodea: un estado de alerta relajada pero plenamente activa. Estos tres estados mentales son imprescindibles cuando entrenamos en un seminario o en una clase regular, son la llave para obtener los mejores beneficios y resultados en dicha formación. Deja en la puerta el ego y los sesgos que te limitan de una u otra forma.