APRENDE A GESTIONAR LUEGO A GOLPEAR

Hace un tiempo mi amigo y compañero Arnaud escribió un texto muy interesante sobre la andragogía. Este término hace referencia a la enseñanza o formación en adultos. Generalmente de una manera cotidiana o coloquial empleamos el término pedagogía para hablar de la metodología de enseñanza, cuando este último término es para jóvenes no adultos. Sin embargo, en aquel texto se dejaba claro que existen notables diferencias en formas y métodos a emplear cuando buscas formar a un adulto o a un joven. Es por ello que como formador tengo que buscar los caminos más eficientes para obtener los resultados óptimos en la formación de mis alumnos o estudiantes independientemente de factores como la edad, en este caso concreto.

Muchas de las tácticas de formación que se pueden emplear con un adulto no son las más adecuadas con jóvenes (personas menores de 18 años, por definir un cierto límite de edad para una mejor comprensión del término jóvenes usado en este texto). En niveles profundos de la formación donde el trabajo es menos físico y más psicológico, donde las emociones y su correcta gestión son clave para la supervivencia, es indispensable tratar con adultos coherentes y con formadores que hayan tenido a su vez esa formación concreta que les generase las experiencias vitales que los alimenten en su propia labor didáctica.

Es esencial que los formadores que pretenden enseñar a sobrevivir a otras personas a una agresión ilegítima en escenarios urbanos hayan recibido a su vez una formación inmersiva (con la técnica de inundación, por ejemplo) y de desensibilización sistemática así como en otras formas de formación extrema que les hayan permitido experimentar y acumular vivencias con las que se retroalimentarán en el futuro a la hora de trabajar con sus estudiantes y alumnos. No se trata de que repliquen lo que ellos han trabajado, experimentado y vivido con quienes forman o enseñan: se trata de que ese trabajo sea una base emocional y psicológica para los formadores que les facilite poder encarar su trabajo de una forma óptima y plenamente realista. Trabajar con la emociones más profundas, aprender a lidiar con ellas, gestionarlas para usarlas a tu favor y que el agresor y sus acciones no canalicen las mismas en tu contra es un trabajo arduo que obliga a una personalización de la formación.

Esta personalización busca encontrar los puntos débiles de cada persona, que obviamente no son siempre los mismos porque cada individuo es único y singular en muchos aspectos. Por ello, se debe trabajar un acercamiento que permita descubrir los puntos fuertes y débiles de la persona y cómo la misma lidia con ellos habitualmente. Miedos, temores, pudores, deben ser detectados y correctamente delimitados, por poner un ejemplo. No se puede iniciar una formación para superar y gestionar aquello que se desconoce que existe o el alcance o envergadura del mismo. Como formador no puedes hablar con criterio solvente si tu gestión de esas áreas no es correcta o adecuada. Un diploma o certificado técnico de un grupo, asociación, federación, etc., en un arte marcial o sistema de lucha no sirve para nada, pues para ejecutar una acción física necesitas que tu cuerpo responda y este no lo hará si es presa de emociones que no puede gestionar adecuadamente en el momento oportuno. Por tal motivo, y como llevo décadas repitiendo, el factor psicológico o emocional prima sobre el factor físico, sirva de simple nota sobre ello el hecho que las habilidades motoras finas y gruesas se pierden en un estado de shock ante una agresión. Esas habilidades, aunque estén falsamente encuadradas como memoria muscular, se pierden o bloquean ante ciertos estímulos negativos que son de orden emocional o psicológico. Es un hecho fehaciente. Es decir, la memoria muscular es importante, pero la misma puede ser peligrosa, porque no razona, sólo actúa de forma totalmente mecánica ajena a cualquier lógica o control. Sin embargo, aun actuando de una forma, al menos aparentemente, autónoma, un estado de shock bloquea, desactiva o ralentiza ostensiblemente esa memoria muscular, esas habilidades físicas.

Generalmente, les digo a mis estudiantes y alumnos que practiquen ciertas rutinas físicas para adquirir un cierto grado de destreza y habilidad netamente física. Para ello, deben dedicarle  una media de 20 minutos 3 veces por semana a ciertos ejercicios o trabajos en seco o al aire. Es importante dedicarle un tiempo extra a tu mano o lado menos habilidoso para potenciarlo en la medida de lo posible. El lado dominante no necesita de tanto tiempo de práctica, es lo que llamo el trabajo 60/40. Una especie de trabajo de sombra o espejo similar a los utilizados en boxeo o algunos deportes de contacto. En la vida real, y salvo que por tu profesión necesites un nivel muy alto de formación y habilidad, nadie puede dedicarle mucho tiempo a su entrenamiento personal. La vida diaria es rápida y estresante, dificultando poder encontrar tiempo para trabajar ciertas áreas. Si, por ejemplo, eres un policía, es normal que dediques varias horas al día a trabajo en seco con tu arma de servicio con el fin de adquirir y mantener o conservar esas habilidades sutiles que te permitan emplear tu arma de una manera eficiente y óptima. En cambio, si no eres alguien de ese sector profesional dedicarle ese tiempo a adquirir esas habilidades es ridículo. Adquieres un conocimiento sólido pero básico sobre las armas y unas destrezas suficientemente buenas para reaccionar correctamente si fuera preciso; para ello puedes trabajar en seco una o dos veces al mes una hora, no más, porque hay otros temas más importantes o directamente implicados contigo que el uso de armas de fuego cortas.

Por otra parte, sí les digo que inviertan en el trabajo en solitario, en seco, con armas blancas bastante más tiempo, bastantes más horas por semana, ya que por lógica es algo que sí van a tener estadísticamente necesidad de conocer y dominar mucho mejor o más a fondo. En todo caso, y para no distraerme del tema que nos ocupa, debemos trabajar aun más el área emocional y psicológica tanto en solitario como empleando el entorno para tal fin. No descubro nada nuevo al hablar de consciencia situacional. Pues para controlar nuestro entorno, sobrevivir al mismo y convertirlo en una baza a nuestro favor, en una herramienta más para nuestra supervivencia, hay que trabajar muchas áreas que nos puede ser vital conocer y dominar. Es obvio que hay que cultivar el conocimiento del lenguaje no verbal, lenguaje verbal, comportamientos étnicos y sociales, desarrollo de la visión y audición periférica, y de la detección de anomalías: ya sabes, estate atento a la ausencia de lo normal y a la presencia de lo anormal.

Lo cierto es que podría seguir con este tema pero este texto solo pretende recordar a ciertas cabezas que saben pensar, que comprenden el valor de lo aquí comentado y que, por tanto, este texto les servirá ante todo de recordatorio; de que su responsabilidad como docentes es un compromiso muy importante que adquieren con sus alumnos y estudiantes, y que deben dedicarle el tiempo necesario a su propia formación en beneficio a largo plazo de las personas a su cargo a nivel docente.